Kevin Warwick

Ima Sanchís.- Cuénteme todas las cosas raras que ha hecho...

Ponerme implantes en mi cuerpo: el primero, hace diez años, fue un simple identificador en el brazo.

¿Como los chips de los perros?

Sí, pero conectado a mi domotizada casa. Podía controlar las puertas, las luces y la temperatura.

¿Ábrete, puerta?

Ni eso, se abrían ante mi presencia, y una voz me saludaba. Lo llevé durante un tiempo, sólo para investigar.

Pues lleva el brazo lleno de cicatrices.

Gajes del oficio. El segundo implante, hace cinco años, fue más peligroso. Necesité cinco neurocirujanos para que me implantaran cien electrodos en mi sistema nervioso central, que conecté al ordenador y a internet.

¿Y qué conseguía con eso?

Expandir mi sistema nervioso central a través de internet. Con la mente controlaba una mano robot que estaba en casa, en Inglaterra, desde Nueva York.

¿Llegaremos a tener robots que ejecutarán nuestras órdenes pensadas en el otro extremo del mundo?

Evidentemente. Yo ya he conducido una silla de ruedas con el pensamiento. Una persona paralítica va a poder conducir un coche y vamos a tener muchos más sentidos: infrarrojos, ultravioletas, rayos X...

¿Podremos dejar un robot en el despacho trabajando e irnos a la playa?

Claro, y llevarnos otro para que nos ponga la crema. Pero antes debemos definir qué es un robot: estamos cultivando tejido neuronal de rata para aplicar a la robótica, de manera que tendremos un híbrido mitad ser vivo mitad máquina. ¿Sabe qué pasa?..., que el cuerpo humano no es algo fantástico.

Creía que era la máquina más perfecta.

Sin duda iremos sustituyéndolo a trozos y, llevado al límite, podremos desembarazarnos de nuestro cuerpo y sus necesidades.

Radical. ¿Cómo convenció a su mujer para que se prestara a sus experimentos?

Es abogada, nada que ver con lo mío, pero quiso participar. Yo me puse un implante y ella cien electrodos de modo que, cuando ella moviera la mano, yo recibiera en mi cerebro su movimiento; así pudimos comunicarnos de forma telegráfica.

¿Adónde puede llevarnos todo esto?

Cuando todos llevemos chips en el cerebro, podremos comunicarnos sin tener que hablar. El lenguaje es algo muy limitado y limitador: podremos transmitir colores, pensamiento abstracto o impulsos sexuales.

¿Esos impulsos serán voluntarios o escaparán a nuestro control?

Habrá que probarlo, creo que podremos controlarlos igual que el lenguaje.

¿También podremos implantarnos un chip con todos los idiomas?

Sí, pero no será necesario. Estamos todavía en el tejido neuronal de las ratas, pero pronto trabajaremos con neuronas humanas.

¿Adónde quiere llegar?

De momento tengo dos objetivos: hacer crecer neuronas humanas en un robot, y conseguir que nos comuniquemos con los ordenadores mediante el pensamiento, de manera que se conviertan en una extensión de nuestro cerebro, y viceversa. Eso nos permitirá, por ejemplo, manejar más dimensiones.

¿Qué tipo de dimensiones?

Por ahora, el cerebro humano entiende el mundo en tres dimensiones, lo que es bastante lamentable porque el mundo es mucho más complejo. Conseguir que el cerebro entienda y maneje más dimensiones nos dará una potencia inusitada. Por ejemplo, hasta el momento sólo hemos sido capaces de viajar a la Luna, pero con las nuevas dimensiones hallaremos nuevas soluciones.

... Robótica y física cuántica.

Sí, ya están trabajando juntas. Vamos a desarrollar la inteligencia humana de manera considerable, lo que nos va a llevar a un nuevo mundo que no podemos ni imaginar. El problema será que habrá dos categorías humanas, los implantados y los no implantados, y unos serán muy superiores a los otros.

¿Tiene previsto algún otro experimento consigo mismo?

Sí. Quiero ponerme otro implante cerebral para, mediante el pensamiento, poder comunicarme y controlar más aparatos y sistemas; pero la operación es muy peligrosa y hay muchos burócratas que no quieren que los científicos se diviertan; es más difícil tratar con ellos que con la ciencia.

¿Cómo será ese ser cibernético?

El teléfono estará integrado en el cerebro y viviremos conectados constantemente a la red, que nos dará acceso a una base de conocimiento inmensa e inmediata. A través de nuestros propios ojos podremos ver las imágenes que escojamos. Y creo que todo esto irá más rápido de lo que imaginamos.

Habrá un lado oscuro.

Intereses comerciales, por supuesto; pero los necesitamos, son parte del sistema. En cuanto al control político, por ahora no controla la red. Pero como cualquier nueva ciencia, tendrá las dos caras: los piratas informáticos podrán boicotearnos el cerebro, saber qué estamos pensando o, directamente, influir en nuestro pensamiento.

Si cambiamos el cuerpo a piezas y modificamos nuestra química cerebral y la personalidad, ¿qué queda de nosotros?

No lo sé. Somos nuestro cerebro y todo apunta a que lo modificaremos a voluntad; perderemos unas cosas y ganaremos otras: un paso más en la ruta de la evolución.



Kevin Warwick

54 años. Nací y vivo en Inglaterra. Estoy casado y muy felizmente, tenemos dos hijos y dos nietas. Soy ingeniero biomédico, profesor de Cibernética en la Universidad de Reading. En Europa somos muy cerrados desde el punto de vista científico. Es improbable un Dios.

"Si conseguimos hacer un enlace del cerebro a un ordenador, podremos llegar a entender todas las dimensiones, más allá de nuestras limitadas tres dimensiones, y pensar desde ellas. ¿Se imagina?...". Warwick ya ha hecho historia, ser el primer ciborg de la humanidad. Primero se implantó un chip en el brazo para controlar su domótica casa; luego, cien electrodos en el cerebro, con lo que consiguió que su pensamiento controlara una mano robótica a más de 5.000 km. Augura un futuro de seres conectados cerebralmente a una gran red de información. En espera de los permisos para su tercer autoexperimento, ha participado en las magníficas jornadas de robótica que organiza el Ayuntamiento de Barcelona.

La Vanguardia-La Contra (29.12.2008)